jueves, 14 de agosto de 2008

LITIO E INTERÉS FARMACEÚTICO

Breve resumen de lo anterior: Algunas investigaciones indican que el litio puede ser bueno para los enfermos con trastorno bipolar.
Por fin, en 1954, un psiquiatra danés llamado Mogens Schou administró litio a una serie de enfermos maníacos y confirmó todas las observaciones de Cade. A partir de entonces, Schou abogó por el empleo del litio para el tratamiento de la manía; su uso empezó a difundirse por Europa. Pese a este reconocimiento, la droga tardó en alcanzar popularidad, especialmente en los Estados Unidos. Quizá la economía de la industria farmacéutica haya influido en ello. Los principales medicamentos antiesquizofrénicos y antidepresivos vigentes en psiquiatría a mediados de los años cincuenta eran todos productos químicos patentados. Significaba ello que cada droga solamente podía ser vendida por la firma comercial que detentaba su patente, cosa que garantizaba considerables beneficios a la empresa en cuestión. Ahora bien, siendo el Litio un metal harto conocido, no era patentable. Así, no es de extrañar que las más importantes compañías farmacéuticas se mostraran reacias a gastar los muchos millones de dólares que cuestan los estudios toxicológicos y los controles clínicos imprescindibles para que un producto farmacéutico pueda ser puesto a la venta. Hasta mediados de los años sesenta no se comercializó en los Estados Unidos y otros países el sitio, beneficiando por fin a cientos de miles de enfermos afligidos de manía. No está claro el motivo por el que las compañías fabricantes superaron su inicial renuencia a comercializar la droga. Un factor que contribuiría a ello sería, presumiblemente, el imperativo moral de proporcionar una medicación que ya era sabido que aliviaba una enfermedad grave. En cualquier caso, aunque el litio no sea una fuente de grandes ganancias, es con todo un producto provechoso para las compañías que lo venden.
"Drogas y cerebro" Solomon H. Snyder. Editorial Prensa Científica.