Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además,
proscriben la caricia ( con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
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"¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
pensaré en tí, tal vez.
seguramente, mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles."
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MERIENDO ALGUNAS TARDES.
Meriendo algunas tardes:
no todas tienen pulpa comestible.
Si estoy junto a la mar
muerdo primero los acantilados,
luego las nubes cárdenas y el cielo
-escupo las gaviotas-,
y para postre dejo las bañistas
jugando a la pelota y despeinadas.
Si estoy en la ciudad
meriendo tarde a secas:
mastico lentamente los minutos
-tras haberles quitado las espinas-
y cuando se me acaban
me voy rumiando las sombras,
rememorando el tiempo devorado
con un acre sabor a nada en la garganta
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JARDÍN PÚBLICO CON PIERNAS PARTICULARES
....y las muchachas andaban con las piernas desnudas:
¿por qué las utilizan
para andar?
Mentalmente repaso
oficios convincentespara ellas
-las piernas-digamos: situaciones
más útiles al hombre
que las miradespacio,
silbando entre dientes
una canción recuperada
apenas-ese oficio no me gusta-en el acantilado del olvido.
Si bien se mira, bien se ve que todas
son bellas: las que pasan
llevando hacia otro sitio
cabellos, voces, senos
ojos, gestos, sonrisas;
las que permanecen
cruzadas,
dobladas como ramos bajo el peso
de la belleza cálida, caída
desde el dulce abandono de los cuerpos sentados;
las esbeltas y largas;
las tersas y bruñidas, las cubiertas
de leve bello, tocadas por la gracia
de la luz, color miel, comestibles
y apetitosas como frutas frescas,
y también-sobre todo-aquellas que demoran
su pesado trayecto hasta el tobillo
en el curvo perfil que delimita
las pueriles, alegres, inocentes,
irreflexivas, blancas pantorrillas.
Pensándolo mejor, duele mirarlas;
tanta gracia dispersa, inaccesible,
abandonada entre la primavera,
abruma el corazón del conmovido
espectador
que siente la humillante quemadura
de la renuncia,
y maldice en voz baja,
y se apoya en la verja del estanque,
y mira el agua,
y ve su propio rostro,
y escupe distraído, mientras sigue
con los ojos los círculos
que trazan en la tersa superficie
su soledad, su miedo, su saliva.