sábado, 19 de enero de 2008
UN POEMA DE RICARDO MOLINA
En las tardes de mayo cuando el aire brillaba
con un azul radiante y en las olas del musgo
se mecía la blanca flor de la sanguinaria,
te amaba casi más que a nadie en este mundo.
Por tus ojos tan graves del color de la hierba,
por tus cabellos negros y tus hombros desnudos,
por tus labios suaves un poco temblorosos,
te amaba casi más que a nadie en este mundo.
Aunque no te lo dije tú acaso lo sabías,
por eso una mañana en el bosque de pinos
me saliste al encuentro a través de la niebla
y de las verdes jaras cubiertas de rocío.
Era yo entonces estudiante, todos los días
a las nueve tenía clase en el Instituto,
pero aquella mañana me fui solo a la Sierra
y me encontré contigo en el gran bosque húmedo.
Mis amigos me daban consejos excelentes
y me hablaban de ti sin velar sus escrúpulos,
y yo les respondía: «Odio vuestra prudencia»,
pues casi más que a nadie te amaba en este mundo.
Mis padres me reñían a la hora del almuerzo.
Me decían que iba a perder todo el curso,
pero yo soportaba sus riñas en silencio
y ellos seguían hablando, amargos, del futuro.
Yo me decía mientras: «¿Qué importan los amigos,
qué importa el porvenir, los padres, los estudios,
si las tardes de mayo son tan claras y bellas
y te amo, amor mío, más que a nadie en el mundo?
¿Qué importan estas cosas si me estás esperando
en el vasto pinar, al borde del camino,
y tus ojos son verdes como las hojas verdes
y tu aliento fragante lo mismo que el tomillo?
¿Qué importan las palabras si tus labios son rojos
como la roja adelfa y la flor del granado
y sólo hablan de amor, de risas y de besos
y mi alma es el aire que respiran tus labios?
¿Qué consejo podría distraer al Amor
de los tiernos deseos que en su pecho suspiran,
si el Amor es lo mismo que un zagalillo ebrio
coronado de pámpanos en mitad de las viñas?»
-Así te hablaba entonces mi corazón,
¿te gustantodavía sus palabras?
Así te amaba entonces mi corazón,
¿recuerdastodavía su amor?
Y una de aquellas tardes te dije que algún día
escribiría en mi casa solitario
esta Elegía triste y bella como el recuerdo
y tú me interrumpiste besándome los labios.
No creíste, ah, nunca creíste que pudiera
acabar el amor de aquella primavera,
pero la vida es siempre más larga que el amor
y si la dicha es bella como una flor de mayo,
como una flor de mayo breve es también su flor.
Ricardo Molina.
lunes, 14 de enero de 2008
POEMAS DE ÁNGEL GONZALEZ
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además,
proscriben la caricia ( con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
.....................
"¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
pensaré en tí, tal vez.
seguramente, mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles."
..........................
MERIENDO ALGUNAS TARDES.
Meriendo algunas tardes:
no todas tienen pulpa comestible.
Si estoy junto a la mar
muerdo primero los acantilados,
luego las nubes cárdenas y el cielo
-escupo las gaviotas-,
y para postre dejo las bañistas
jugando a la pelota y despeinadas.
Si estoy en la ciudad
meriendo tarde a secas:
mastico lentamente los minutos
-tras haberles quitado las espinas-
y cuando se me acaban
me voy rumiando las sombras,
rememorando el tiempo devorado
con un acre sabor a nada en la garganta
....................
JARDÍN PÚBLICO CON PIERNAS PARTICULARES
....y las muchachas andaban con las piernas desnudas:
¿por qué las utilizan
para andar?
Mentalmente repaso
oficios convincentespara ellas
-las piernas-digamos: situaciones
más útiles al hombre
que las miradespacio,
silbando entre dientes
una canción recuperada
apenas-ese oficio no me gusta-en el acantilado del olvido.
Si bien se mira, bien se ve que todas
son bellas: las que pasan
llevando hacia otro sitio
cabellos, voces, senos
ojos, gestos, sonrisas;
las que permanecen
cruzadas,
dobladas como ramos bajo el peso
de la belleza cálida, caída
desde el dulce abandono de los cuerpos sentados;
las esbeltas y largas;
las tersas y bruñidas, las cubiertas
de leve bello, tocadas por la gracia
de la luz, color miel, comestibles
y apetitosas como frutas frescas,
y también-sobre todo-aquellas que demoran
su pesado trayecto hasta el tobillo
en el curvo perfil que delimita
las pueriles, alegres, inocentes,
irreflexivas, blancas pantorrillas.
Pensándolo mejor, duele mirarlas;
tanta gracia dispersa, inaccesible,
abandonada entre la primavera,
abruma el corazón del conmovido
espectador
que siente la humillante quemadura
de la renuncia,
y maldice en voz baja,
y se apoya en la verja del estanque,
y mira el agua,
y ve su propio rostro,
y escupe distraído, mientras sigue
con los ojos los círculos
que trazan en la tersa superficie
su soledad, su miedo, su saliva.